La representación de los límites

Published on septiembre 1st, 2015

El tiempo y la individualidad como fronteras infranqueable a la hora de ponerse en el lugar del otro podrían ser los cimientos en donde se levanta Museo, la última obra del grupo de teatro Piel de Lava, que se puede ver en Espacio Callejón, Humahuaca 3759, los martes a las 21 hs. Efecto Kuleshov estuvo charlando con las actrices sobre la relación con los sentires del propio grupo. Condimentos que le suman interés a una obra inquietante, polisémica y muy inteligente.

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Hay una imagen final que perturba. Una imagen que puede dar alguna respuesta pero que al mismo tiempo despliega muchas preguntas; puede funcionar como síntesis, o como una nueva línea de fuga. Pero antes está toda la obra.

Cuatro amigas entran -con algo de alcohol en la sangre- a oscuras a un museo. En realidad, a lo que será un museo, a una obra aún en construcción. Un proyecto que llevan adelante estas amigas, y que evidenciará sus diferencias. Se las escucha llegar, conversando contentas y se deja adivinar en el color del diálogo que hay confianza, algo que se subraya en el avanzar a tientas. Encienden la luz.

Las disposiciones espaciales del futuro museo, los deseos y la envidia, los egos y los celos, van dando materialidad a un conflicto que trasciende esos elementos puntuales y deja en evidencia la dificultad de ponerse en el lugar del otro: la imposibilidad de la profunda empatía.  El cuerpo es, en última instancia una frontera, es un límite en el espacio. El paso del tiempo, que todo lo transforma, también tira de las riendas y ofrece como única posibilidad la cristalización de la comunión, pero es una posibilidad que al mismo tiempo de erigirse como tal, se clausura por su condición inerte. Como la imagen del final, como el museo con su idea de conservar, de preservar el aquí y ahora, y su consabido fracaso.  

No resulta casual que estos temas hayan surgido en la obra que llegó con el décimo aniversario del grupo Piel de Lava. Dictada por sus temores profundos, para exorcizarlos: ¿Cuánto tiempo más quedará? ¿Qué pasaría si una se va del grupo? ¿Y si es el fin, si es la última obra?. Otra vez el tiempo.

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En Museo, los símbolos se abren paso en forma de mamushka, como atinarán al describirlo. Primero la autorreferencia: las artistas y curadoras de la obra están ahí para hablar en cierta medida de ellas, de las actrices, del grupo, de sus miedos atávicos. Y lo hacen en la proyección de un museo, que funciona como símbolo canónico del arte, y en donde las representaciones se suceden; dentro del museo hay un plano, una maqueta, un espejo, máscaras y está, también, la imagen del final.

Museo abre. Y en esa apertura rizomática es inevitable perderse en las conjeturas, en la reflexión, en las risas, en la memoria, en el miedo, en un futuro que a veces toma forma de amenaza y siempre de incertidumbre. Siembra interrogantes.

A recoger respuestas fuimos con Piel de Lava, la compañía de investigación teatral integrada por Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes, que junto a Laura Fernández en la codirección, dan forma a Museo.

¿Cómo surgió la idea de la obra?  

Elisa: En principio como una investigación sobre la posibilidad de la disolución de un grupo, o la idea de la grupalidad y las partes del grupo. Desde el interrogante que plantea que si el grupo está formado por todos los que lo componen, y es una totalidad, entonces, ¿si alguien se fuera, el grupo seguiría existiendo?. Después de un tiempo de trabajar juntas nos resultó interesante investigar sobre eso, una serie de ejercicios en principio que solo tendía a ver qué pasaba si alguien se iba, cómo era una escena con alguien que faltaba. Y recién a partir de eso fue apareciendo todo lo del arte contemporáneo, del museo, la idea de la exhibición, del cuerpo en el espacio, apareció en la investigación.

La obra gira alrededor de la dificultad de ponerse en el lugar del otro, pero la imagen del final genera un nuevo sentido. ¿La imagen final, es un mensaje de la posibilidad o de la negación de esa empatía?

Valeria: A mí lo que me parece es que es una imágen que al aparecer también nos abrió a nosotras, no la fuimos a buscar directamente, la buscamos más indirectamente, hasta que apareció en un random de imágenes y nos empezamos a hacer preguntas. Nos pareció que tenía mucho que ver con el sentido final de la obra. Además nos pasa que es una imagen que habla de lo que muchas veces sentimos pero que es imposible que suceda en la realidad, es imposible que suceda de verdad… pero muchas veces sentimos que sucede…

Pilar: me parece que es un poco qué es lo que ves, si la mitad vacía o la mitad llena. Vos decís ahora que podría ser una especie de negación y yo digo “claro, tiene razón, somos unas locas, es una negación, eso no existe”. Y por el otro lado tenés toda la construcción más naif, de la cual yo me agarro para vivir, que me dice que sí, que eso existe. Para nosotras Museo era una especie de monstruo, que fue creada más inconscientemente que consciente, no es que a priori fuimos en busca de… sino como esas cosas que suceden en el arte cuando estás metido en el berenjenal, que cada cosa empieza a significar, y entonces se empieza a armar y se arma como una especie de dominó mágico en donde las fichas empiezan a unirse, que es casi como si no hablara cada una por sí misma, sino que la que empezara a hablar es la del final…

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Acompaña la obra la idea de que el tiempo hace daño. Lo plantean directamente en el amor de pareja, pero está muy presente en la relación de las amigas.

Elisa. lo primero que surge en la investigación, es cierto, es esta cosa de que el tiempo hace daño, como también la primera cosa que surge es que la individualidad es el primer límite. Pero después uno descubre que tenés gestos de los otros, entonces tu cuerpo no es solo tu cuerpo, los cuerpos ya están fundidos, de alguna manera. Y el tiempo entra en esa línea también, esa cosa de lo que va socavando el tiempo en las relaciones, pero también de lo que va generando que es único. Las relaciones en el tiempo tienen una particularidad que nunca llega a tener una relación que no duró tanto. El tiempo también construye las grupalidades, se construyen en el tiempo. Los inicios son en general muy entusiastas, de todo, la verdad se ve con los años, realmente.

Valeria: Y en los procesos de las obras, por eso nosotras con Museo, entre que la empezamos a imaginar y la estrenamos pasaron 3 años. Vos te ponés a ensayar con un grupo una obra y estás tres meses, un año si querés, pero tres años con un grupo, solo nosotras…  y eso también es el tiempo como algo positivo.

¿Y el proceso de creación y puesta en escena de la obra, siempre es tan largo?

Laura: Ahora estamos por publicar las obras, y cuando empezamos a ver nos dimos cuenta de que el tiempo de ensayo en todas fueron tres años.

Pilar: Es un grupo que funciona como laboratorio de investigación, como que va más allá de armar una obra de teatro, es como una manera de ver el mundo, casi. Entonces la única manera es juntándose y sostener eso a lo largo del tiempo. Ninguna de nosotras dice: “che, escribí esto para hacer una obra, tenés tu personaje, el tuyo…”  Es esto que decía Elisa, empezamos con mucha investigación, una escena donde pasaba algo, se iba Valeria de escena y tenía que pasar exactamente lo mismo sin Valeria, ¿se puede, no se puede?. Eso nos llevó más o menos un año, de repetir una misma secuencia, de investigación absoluta de actuación, que tiene que ver con el laboratorio y no es resultadista. Nosotras sabemos que de toda esta investigación va a haber un resultado, porque la formalidad es la de armar algo, y ensayamos tres veces por semana cuatro horas por ensayo. Hay un laburo muy intenso de investigación.

Laura: Esta obra tenía la particularidad de que nos costaba encontrar cuál era la imagen, en las otras había una imagen muy concreta. Es paradójico, porque esta obra está llena de imágenes, pero había algo que, como tenía que ver con la disolución, entraba en el terreno de lo indecible. Por eso el museo apareció mucho después, eran todos trabajos a partir de procedimientos de actuaciones o como hacen tres los de cuatro, como hacen dos lo de cuatro, como hace una, no podíamos encontrar la imagen. Creo que era por el temor a hablar, porque era como una especie de fiebre que nos agarraba de ensayar eso, pero era una traba, hasta que pudimos decir: “ok, habla sobre la muerte, sobre el miedo a la disolución, a no tenernos”, fue distinto a las otras obra, tardamos en poder ponerlo en palabras.

Pilar: Y es el resultado de diez años de trabajo juntas, que no es menor, es como que tiene que ver con eso también, todas sabíamos que había algo que se estaba cumpliendo, como una especie de macabro ciclo.

Valeria: Sí, y que ese tema es imposible encajarlo en un relato lineal, es un tema lleno de agujeros negros. Entonces bueno, la estructura de la obra tenía que ser un poco fiel a lo que esos temas transmiten que son preguntas, las mismas que te hacés vos, nos las hacemos nosotras cada función. Nos sorprende cada vez. Nos dejamos como un juego abierto.

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¿Ahí hay algo performativo?

Pilar: Sí, muy.

Laura: En esta obra sí, porque si no está ese pliegue de “está pasando hoy, entre nosotras…” Algo de hacerle el juego también al espectador: “pero son ellas, son las actrices, ¿quiénen hablan? son los personajes… no entiendo…”.

Pilar: Y adentro también empieza a ser confuso, no de locura “no sé quién soy”. No somos unas brotadas. Vos decís, el teatro es puro presente, siempre sucede con los que están mirando y es la energía de los que miran y es única, aunque lo repitas todas las funciones, esos que están ahí, y esas proyecciones no se van a repetir más. Nosotras pensamos el teatro, en donde no nos interesa que sobresalga un actor sino que algo suceda, pero esta obra en particular, si hay una que está rara, no va. Es como que pinchás una goma, algo que tira… por eso esa sensación todo el tiempo de tener que agarrarse de los otros para poder entrar en el juego porque en el momento que una queda afuera del juego, no hay juego.

Laura: se vuelve una obra sobre el arte, aparece lo que es el marco como si fuera eso la obra. Y nos queremos matar en esa función.

Valeria: Claro, queda como esa cosa pretenciosa de bajar línea.

Laura: Algo más conceptual, no es que reneguemos absolutamente de eso, pero no es el corazón de la obra.

Hablando de marcos y corazones, hay en Museo una cantidad importante de capas, de representaciones. El museo, el espejo, el plano, la maqueta…

Elisa: Siempre estuvo la idea de mamushka, desde el principio. Es que también aparece la obra en un proceso nuestro donde está en un límite en eso que decía Pili, en cualquier obra hay un presente pero en esta obra estamos como más metidas necesariamente en eso, porque hay que habilitar, sí o sí, zonas nuestras que son de incertidumbre en cada momento. Entonces también la mamushka es un poco eso, hay una capa de representación, hay otra atrás, hay otra atrás, estamos nosotras, está el teatro, está el museo, está la foto, y al final no sé que hay.

Laura. El público reflejado en el espejo, seguramente, como última metáfora de eso, y todos estamos en gesto con el otro. 

¿Qué recorrido hizo la obra en este tiempo, en el segundo año?

Valeria: Es otra, de verdad.

Pilar: Es que nosotras la entendimos tarde también, en general sucede con el teatro, una la empieza a entender cuando sucede el hecho artístico en sí mismo, que es hacer la función del teatro con todo, con el que viene, con el que paga la entrada y se va a comer la pizza después, en el mejor de los casos. Y me parece que lo que le paso a esta obra, para bien, es como si hubiesen sido baldes de entendimiento, de decir: “mirá yo te lo digo acá, pero antes, te lo dije allá de otra manera…”, y claro, cuando el actor ya entendió -que eso sucede siempre en el teatro, pero imaginate con un monstruo como este- era empezar a ver esa cantidad de capas, que incluso después ya tenían que ver con la actuación. Entonces cuando la actuación se pone a favor del relato de esas capas, ahi es como el orgasmo, que es un poco lo que nos pasó, con el entendimiento de esta obra, y por eso es tan inquietante hacer cada función, porque cada función toca otra tecla que pensaste que no estaba en el pentagrama.. Es alucinante lo que pasó.

Laura: Además hay un tiempo cuando dirigís y actúas. Trabajamos con Lau Fernández, que es una amiga, y ya es la segunda obra que trabajamos con ella, que dirige y escribe sus propias cosas y tiene experiencia con Piel de lava que nos ama y nos odia a la vez, porque imaginate que es ella codirigiendo con un grupo, entonces es muy particular su función. Lo que pasa es que a veces tardamos mucho en entender la actuación, porque estamos tan con la cabeza afuera que esto que dice Pili, que tal vez a los meses decís “ah, era ahí donde había que morder» Porque hay cosas en la que estás preocupado con que funcione.

Pilar: Por eso es espectacular hacer teatro durante el tiempo. Esto que decíamos: el tiempo no solamente es negativo para el teatro, es alucinante. Segunda temporada, y todavía está la sensación de que hay más incluso, cuando no haya es que estamos muertos, de eso se trata la búsqueda, también. Hay obra que decís: “bueno, ya no la hacemos más porque ya está”, estás medio municipal haciéndola, ya no hay mucho más.

Cuando se va una de escena, en realidad lo que queda no es que se la reemplaza, sino que se la parodia, en alguna medida, ¿ese es un miedo que tiene el que se va, que esa ausencia sea parodiada?

Pilar: Es una buena pregunta, porque nosotras estamos en contra a priori de la parodia. A mí me parece que la zona más fácil es entrar primero en la parodia para después en realidad reflejarte en lo que acaba de pasar, por lo menos esa es la intención cuando se va Vale, que le empiezo a imitar el culo, y que se yo… Hasta que en un momento repito una frase que dice ella, que es bastante clave para mí, entonces ahí ya la parodia deja de significarme parodia… Puede ser que cuando uno se va, que toma la decisión de irse, como lo primero que se dice es la crítica, el cotilleo… hasta que en un momento eso empieza a pasar de otra manera. Yo no sé si estoy de acuerdo con que las ausencias son solo parodia, me parece que es una puerta de entrada para después transformarse en otra cosa. O por lo menos es lo que me gustaría que sucediera.

¿Lograron exorcizar ese miedo, de qué pasaría si una se va? Si esta fuese  la última obra ¿podría ser un cierre feliz?

Pilar. Yo no pienso en la disolución y lo pensaba, eh. Ahora no lo pienso en esos términos, como disolución, sí siento el fin de una era, como que algo se modifica. Eso no significa no volver a hacer algo, pero que algo se va a modificar sí. Medio astróloga. Algo se cierra, tal vez para abrir otra cosa, pero algo de esta manera de trabajar cierra claramente con Museo, no significa que sea el final de Piel de lava.

Laura:  En un momento nos poníamos muy tristes con la obra, terminamos las últimas escenas con una angustia terrible. Hubo unos meses de irnos muy mal. Ahora creo que se pudo revertir algo, que de última, si habla de todo eso, se vuelve como una especie de fiesta de la actuación, del lugar que nos convoca y nos hace estar muy vivas juntas.

Pilar. En cuanto a la disolución, yo no lo puedo ni pensar, me pongo en negadora.

Salvando distancias, sería como la muerte, si la tenés presente todo el tiempo, no podés avanzar…

Pilar: claro, si no, no podés seguir…

Laura: la verdad es que no lo pensamos, pero sigamos, ¡a quién le jode que sigamos!

Entrevista: Javier F. Rodríguez
Fotos y videos: Isabel Estruch