Policompañeros Motorizados, una cita con las citas

Published on julio 1st, 2015

Estuvimos conversando con los responsables de Policompañeros Motorizados, un serie web tan particular como divertida, ganadora de los premios a mejor guion y mejor dirección en el Buenos Aires Web Fest.

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Policompañeros Motorizados es una serie rara. Llegamos a ella por el irregular mar de las redes sociales, y fue el azar (o una gráfica atractiva, o una sonoridad familiar en el nombre, o vaya a saber qué) lo que hizo que nos detengamos a hacer click.

La presentación del programa, toda: la música, la locución, la tipografía, la edición, el anuncio de “en estereo”, los nombres de los personajes, y hasta el de los actores, nos traslada a la televisión de fines de los años 80 y principios de los 90.  El primer capítulo dura un minuto treinta y cinco segundos, de los cuales, más de cuarenta se los lleva la apertura, y otros tantos los créditos. Un solo gag, zonzo, como debía ser, y un castellano neutro tan familiar como hilarante nos invitó a ingresar a un mundo de referencias. Dos o tres capsulitas más, y se transformó en un viaje de ida…

Pero ¿qué sucede en Policompañeros Motorizados? En la primera temporada, no mucho. Los autores la describen como: “¡Los vertiginosos y violentos momentos en los que no pasa casi nada!”. La mayoría de las escenas transcurren arriba de un auto, donde dos estereotipados policías conversan sobre malhechores, amores y futuros ideales en lugares paradisíacos. El foco no está puesto en la historia, sino en el diálogo que con ritmo y vocabulario particulares materializa la televisión de nuestras infancias. Una tele poblada de programas doblados a un castellano neutro, repleto de palabras y expresiones ajenas: destacamento, bribón, pepperoni, maldito bastardo, comisionado, mil demonios, ayuntamiento, sabandija, patrañas, holgazán, entre muchas otras. Diálogos que por culpa de un doblaje malísimo subrayan la distancia. “Lo que a mí me parece todavía más hermético que el tema del acento y del vocabulario es el tema de la mala traducción”, nos dirá Casper Uncal, el actor que interpreta a Glover, uno de los policías protagonistas de la serie. “Hay muchos chistes que se basan en la mala traducción, que yo pensaba: ‘¿por qué si acá dice Laura Palmer, yo tengo que decir Juanita la del 8?’, ‘¿por qué si yo digo nueces ustedes traen avellanas?’. Y claro, está bien, en inglés dice avellanas pero en castellano (doblado) dice nueces, está genial, es una mala traducción, un mal doblaje, algo que pasa hasta en Los Simpsons”

Casper habla de hermetismo, porque la serie si bien tiene sus fanáticos, no es una serie que sea del gusto de una gran mayoría. Hernán Bengoa, uno de los directores y guionistas, nos cuenta que cuando estaba haciendo la primera temporada, le comentaron que la serie estaba destinada a un público muy acotado porque no todos reconocerían las referencias, y no a todos los que la reconozcan les va a gustar la manera en que ellos las cuentan. “Ahí es como que me cayó la ficha, porque nunca nos pusimos a pensar cuando lo estábamos escribiendo con Cristian (Ponce), ni cuando lo estábamos haciendo, a dónde iba a ir la serie, a qué público, creíamos que iba a ser más general, y terminó siendo algo bien acotado”. María Dupláa, la protagonista femenina de la segunda temporada, agrega: “No es un producto para un público en general, pero la poca gente que se enganchó, se hizo fanática. De culto”.

3Hernán Bengoa

Policompañeros Motorizados es una serie que basa su humor en reírse de los lugares comunes del género. Pero en lugar de burlarse o de correrse para dejarlo en evidencia, elige replicarlos. Camina por los senderos del cliché, y su estrategia para subrayarlo la mayoría de las veces solo consiste en transitarlos. A diferencia de lo que sucede en muchas comedias de la misma época que referencia la serie, como La pistola desnuda, Top secret, Dónde está el piloto, que centran en la ruptura del verosímil la disrupción que provoca la risa, en Policompañeros eso se ve muy poco. El juego pasa por otro lado, se concentra en la referencialidad al cliché, la sola representación del verosímil es leída humorísticamente, es decir, se ríe de aquello que fue moneda corriente en un género por más de una década. Y lo evidencia reproduciéndolo. Eso es Policompañeros Motorizados: un paseo por los clichés de un tipo de televisión y de una forma de consumirla.

Si llegaste hasta acá sin ver la serie web, nuestro consejo es que la veas. Vas entender mejor la entrevista, y porque seguramente de acá en adelante, si es que ya no lo hicimos, caigamos en eso que llaman spoiler.

VER POLICOMPAÑEROS MOTORIZADOS

Como ya lo dijimos, cuando vimos Policompañeros no nos resultó indiferente. Y como cada vez que nos gusta algo nos hicimos muchas preguntas. En buscas de algunas respuestas, Efecto Kuleshov viajó a La Plata, a la productora Tangram, para charlar con Hernán Bengoa, director y guionista, con Casper Uncal y María Dupláa protagonistas, y con Matías Fabro, productor de la serie y miembro de Tangram Producciones.

¿Cómo surgió la idea de hacer una serie tan referenciada a la televisión de una época (los años 80, principios de los 90)?
Hernán: Estábamos en Buenos Aires con Cristian (Ponce, el otro director y guionista de Policompañeros), con quien nunca había hecho nada. En realidad yo nunca había escrito un guion, ni había dirigido nada. Cristian sí, tenía un poco más de trayectoria. Nos habíamos encontrado en Capital, en un festival, y nos volvíamos juntos en auto para La Plata. Paramos a tomar un café en Starbucks y con los cafés en la mano empezamos a hacer chistes, como si fuéramos policías que llegan al auto… y empezamos a hablar de esas series y a imitar situaciones. Seguimos boludeando, y me dice Cristian: “la hacemos, hacemos una serie, algo cortito, una pavada”. Y yo ahí, en mi inexperiencia de hacer guiones y hacer cualquier cosa, le dije, “bueno dale”. Y en el auto seguíamos tirando cosas, ahí ya estábamos manija, y él las anotaba en el celular, habrá anotado un puñado, cinco o seis chistes, “tiene que estar el jefe, y la pelea con el jefe”, es una cosa que me acuerdo que salió ese día.  Nos juntamos a las dos semanas para pensar un poco más la estructura. La idea original eran seis capítulos de diez minutos, y que sea un cliché tras otro, tenía esa cosa medio episódico, de chiste y a otra cosa. Me acuerdo que eso quedó cajoneado, nos separamos tres capítulos cada uno para ir escribiéndolos, pero pasó como un año en que no avanzamos casi nada. Cristian la presentó en Tangram, la productora de la que forma parte, porque en ese momento Tangram quería hacer un proyecto propio, la presentó como una opción, gustó y le dieron luz verde. Ahí nos juntamos de nuevo y desglosamos los diez capítulos en veintidós. Ahí todo el proceso fue más rápido. En dos o tres meses nos juntamos a escribir e hicimos los veintidós capítulos, mitad cada uno. En enero del 2013 los tuvimos listo. Todo el proceso habrá durado dos años.

Hay algo muy fuerte en la serie que tiene que ver con ese castellano del doblaje neutro, ¿las palabras cómo las eligieron? ¿de dónde vienen?
H: Lo segundo que nos acordamos, en el origen, cuando recordamos las películas de acción y sus clichés, fue que cuando éramos chicos la veíamos en la tele y traducidas. Entonces cada cosa que nos acordábamos, siempre era con español neutro, como que decantó.

¿Pero hubo una búsqueda o se las acordaban?
H: Cristian retiene mucho más esas cosas, yo me senté a ver películas traducidas, que me costó bastante conseguirlas. Las encontrás traducidas al español de España. Yo hice mi investigación y anoté en un cuadernito una tras otra las frases. Incluso cuando estábamos escribiendo la primera temporada, que era algo muy simpático, estábamos compartiendo un documento de Google drive con Cristian y habíamos puesto al final del documento, debajo del chorizo de capítulos, el listado de frases y a medida que uno necesitaba una frase iba al listado a buscar.

1Casper Uncal

La serie desde lo actoral, también juega con las referencias. ¿Cómo construyeron los personajes?
Casper: Yo creo que hay una cosa muy importante que es lo primero que quiero rescatar de todo esto, que es el hecho de trabajar con Jorge Pinarello, le agradezco mucho a él que me haya recomendado, porque con él venimos trabajando hace muchísimo años.

H: Es verdad, al primero que nosotros llamamos, para el papel de Gibson fue a Jorge, y cuando hicimos el casting de él, y nos faltaba el Glover, nos dijo que lo probemos a Casper. Y más allá de cómo salió la primera prueba de cámara que hicieron los dos…

María: Ja ja

C: No, está bien, no me ofende.

H: Estuvo bien, pero lo que estuvo buenísimo, y que Cristian lo tuvo claro desde un principio, es que para hacer una serie sobre una pareja que tiene que congeniar, valía muchísimo que los actores se conocieran. Se notó eso y pesó muchísimo para que se terminen quedando los dos.

María: La confianza que tenían, la química que traían…

C: Una química que es cierta y que es capitalizable. Con Jorge tenemos toda la confianza del mundo, de muchos años. Y después está lo otro, que es cuando nos damos cuenta que tenemos el mismo grado de pelotudez en sentido positivo, no solo entre nosotros, sino también con los directores y con Tangram. Al sumarme al proyecto tengo dos cosas a favor seguras, una la confianza total de Jorge y la otra las ganas de trabajar con la gente de Tangram, que yo venía siguiendo, porque en la movida provinciana local, más o menos los que trabajan se termina conociendo y trabajando juntos, y tenía la sospecha, vuelvo a decir, en el buen sentido, que tenían el mismo grado de pelotudez. Pelotudez como algo no solemne y que permite un vuelo, como podemos decir de Capusotto, de Leo Maslíah, grandes pelotudos de Latinoamérica. Esa sospecha, por suerte, momento a momento se iba confirmando, y realmente había un entendimiento muy fuerte. Hay un sentimiento de que la pieza encajó.

H: Todos sabíamos de qué estábamos hablando. Conocíamos ese laberinto que recorre la idea desde que sale y le llega al espectador, que incluye el cliché de la serie, el cliché de la traducción, el cliché de la mala traducción, y además la historia que querés contar. Tal vez son demasiadas cosas para que a todos les llegue de manera tan fluida.

C: Recuerdo siempre que Hernán era más preciso todavía, más hincha pelotas, quiero decir, con el tema del acento. A mí eso me gustó inmediatamente, me pareció  muy lúdico, como actor, el tema de estar viendo cuándo pisas el palito, cuándo se te escapa un “shhh”. Y también -y con esto no digo que corregimos nada- me acuerdo que había palabras que te hacían ruido, cada tanto saltaba un “voy a manejar el auto” y decías “no, es conducir el auto…”  Y entonces sentís que entraste en el juego y que sos uno más de la manada.

En ese laberinto, que decís, o en esa idea de mamushka, de cliché dentro de cliché… Incluso, y esto ya es una confidencia, al ver los primeros capítulos, “Jorge Pinarello” y “Casper Uncal”, creí que eran nombres inventados. “Son unos genios”, pensé, “simulan nombres de actores de allá, latinos: Casper y Pinarello”. Yo encontré una mamushka más, chiquitita pero no era…
María: Ja ja. Bueno, es una señal más de que estaban dando en el clavo.

C: Claro, ya no es importante el hecho que sea, sino que pueda ser.

H: Está bueno esto que decís porque de alguna manera significa que estamos transmitiendo el mensaje adecuado, y cualquier cosa que pase, podés pensar que es por eso.

En la segunda temporada ya no está esa idea que ustedes plantean: “es lo que le pasa a dos policías cuando no pasa nada”. Eso se abandona, pasan cosas.
H: Sí, eso me parece genial de la primera, me gustó mucho. En la segunda, si te fijas quién los escribe, verás que los de Cristian son los que llevan más la estructura y los míos son los que se terminan yendo un poco. A mí me faltó algo más de laburo en el tema de definir eso, digamos. Cristian me decía, “vos te encargas del canon y de escribir el contexto, y los míos son los que llevan la narrativa” pero no me estaba saliendo bien la idea esa de acomodarlos dentro de la estructura de “no pasa nada”. Igual se habló de entrada la idea de que en la primera temporada el cliché era de los policías, y en la segunda el cliché era el cliché. Porque si seguíamos con el auto y la boludez de los policías, se agotaba.

2María Dupláa

¿Por qué suman un personaje femenino, en la segunda temporada?
H: De entrada era darle un lugar más a la mujer porque le verdad había un olor a huevo, María aparece en la primera temporada pero es la secretaria del comisionado, aparece en dos planos… en esa escena hay varias referencias

¿cuáles?
H: Bueno en ese diálogo, él dice destruyeron la Torre del reloj, por Volver al Futuro, El gran hotel del norte, Twin Peaks, también. Laura palmer, chiquita la del 8. Muchas cosas del diálogo basado en Arma mortal y Duro de matar, sobre todo.

Hay varios pasos coreográficos, ¿trabajaron con director de actores?
C: No, pero es verdad. Yo creo que esas cosas se dieron, hubo cosas marcadas por los directores, más que nada en cuestiones con disparos, pero yo creo que las hicimos naturalmente porque entendíamos que tenía que ser así y no me cabe dudas que si no lo hacíamos, nos lo hubiesen dicho.

H: Lo bueno con los actores es que estábamos en sintonía y que todos estén pendientes de qué se está hablando, algo difícil al ritmo que estábamos filmando.

C: Coincido, porque si bien las indicaciones eran a veces muy pautadas, por ejemplo lo del lenguaje, tiene que ser sí o sí así, no se te puede escapar una “ye” y si pasa la hacemos de vuelta. Había otras más generales que eran los resquicios donde uno podía sumar, por ejemplo se sobreentiende que mi personaje es negro, que tiene que trabajar como negro, pero no me dieron una indicación específica de cómo, pero yo siento que el movimiento de las manos, todo eso, tenía que ser así. Si no lo hubiese hecho, me lo hubiesen dicho los directores. Entonces esta cuestión de la negritud, lo sentía como una consigna muy amplia y ahí podía ver qué metía, qué tantos agudos, qué tantos movimientos de la mano, pero estoy seguro de que si hubiese estado acartonado, me hubiesen dicho “aflojá más, metele más mano”.

H: Estoy pensando en la suerte que tuvimos en caer con ustedes desde un principio para armar el universo, porque de alguna manera ustedes completaron los huecos que quedaban, porque tenían las mismas referencias que nosotros.

María: A mí me pasó que en la primera temporada me había tocado una partecita muy chiquita, como secretaria, que fue una excusa de los chicos para meterme porque cada vez que Tangram tiene un proyecto, me meten. Yo quería participar porque en general, al ser la novia de uno de los de la productora, cuando los proyectos surgen me voy enterando medio a la par de qué se trata y cuando me contaron de Policompañeros, como que entendía de qué iba, pero no me podía terminar de imaginar cómo iba a ser el producto final. Cuando empezó el rodaje de la primera temporada y caí a chusmear, me pareció fantástico y esto de lo que hablaba él, de la química que tiene Jorge y Casper. Parecía que ellos le habían impreso algo muy personal que estuvo buenísimo. Me encantó tener esa participación y estaba esperando que algo sucediera para ver si me enganchaba, y cuando me llama Cristian para contarme que iban a hacer una segunda temporada y que iba a haber una mina y rescataban ese personaje que yo había hecho, me alegré mucho.

¿Encontraste alguna referencia para el personaje de Verónica Venus?
María: Vi un par de cosas pero no tenía una referencia, le pregunté a Cristian si él tenía algo muy puntual en la cabeza que quisiera que yo viera, y me dijo que no. Yo también entendía que el personaje de la mujer llega un poco para articular cosas distintas, entre los dos personajes que ya estaban, para desarrollar otras cosas. Fue una de las experiencia más divertidas que me tocó vivir.

Nos gustó mucho “Viviendo con mi Policompañero” que es una sitcom dentro de la serie.
H: Eso salió del genio de Cristian, de su imaginario. Eso surgió después de barajar los clichés en sí, y la sitcom era un pasaje obligado

C: Hay un ejemplo que ponemos siempre, a veces con el grupo de teatro, que es: el Chavo del ocho en Acapulco. La serie se abre y de pronto es un capítulo archirecontraespecial, algo así como la película del Chavo, esas cosas tiene la segunda temporada, de pronto es lo de siempre pero en el capítulo especial. El efecto acapulco del Chavo.

La charla deriva hacia las series web en general, y ahí el que toma la palabra es Matías Fabro, productor ejecutivo de Policompañeros Motorizados y miembro de la productora Tangram.

¿Cómo ven Policompañeros en el universo de las series web?
Matías: Antes hicimos una serie que se llamó Un año sin televisión y nos pasó que, llegando de internet, había que marcar una diferencia, porque hacer una serie web que sea una comedia, es un poco el lugar común para cualquier grupito con ganas de hacer y que tiene una cámara, entonces teníamos que pararnos en un lugar distinto. Policompañeros tiene como una puesta bien marcada, donde los personajes están mirando a cámara, y eso es algo que se repite en cualquier espacio donde están, siempre se presentan los planos planteando esta simplicidad, que está apoyado en la actuación de ellos tres. Internet tiene un abanico inmenso de posibilidades, que para reconocerse ahí dentro tiene que haber algo particular bien marcado. Con el trabajo de dirección de los chicos se logró, uno ve el plano de Policompañeros, cámara fija, los dos personajes, tres cámaras y se plantea una simplicidad y una estructura que es única.

Se destaca también por la profesionalidad con que está filmada, a lo mejor por ser una serie que tiene que situarnos en un determinado contexto de época.
H: Es que más allá de que fuera en joda, no podía ser una camarita en mano. Para referenciar las cosas que quería referenciar tenía que estar pulida.

C: Que no sea un producto «serio» no significa que no tenga que hacerse con plena seriedad

Matías: Ahí se pone un poco en juego el profesionalismo de la productora, entonces si vamos a jugar con esto juguemos en serio. Seamos cuidadoso con cada detalle, con cada objeto que se pone, por más que esté todo centrado en un auto.

María: Eso es lo bueno de tener una productora y darse el lujo de hacer las cosas que a uno le gusta. Nos gusta esto y apostamos sin saber cuál puede ser la respuesta del público, pero si lo hacemos, lo hacemos bien.

¿Comercialmente cómo funciona?
Matías: Policompañeros fue bastante diferente de otras series que habíamos hecho, mucho más simples. Al tener tantas referencias a los años 80-90, un poco se cierra, porque el mayor público de internet es gente más joven. Entonces, cuando llega el adolescente a ver una serie donde hacen siete citas y no caza una, se queda afuera. Por lo que fue una gran jugada hacer una serie que excluya cierto público. La gente que venía siguiendo a la productora, cuando salió la serie decían «che, qué pasó, no nos gusta nada». Al principio tuvo una respuesta negativa, pero después nos empezó a llegar otro público, muy distinto al que teníamos antes, que estaba fascinado, así que dijimos “bueno, valió la pena”. Cuando llegamos a un espectador ideal, se vuelve fanático y quiere la remera, el DVD… Nos llena de satisfacción porque lo hacemos con el corazón, porque nos encanta y nos entusiasma, entonces cuando llega a un público que se copa, es genial.

¿Cuál es la relación el canal FWtv?
Matías: La primera temporada fue un producto absolutamente independiente, pusimos la plata nosotros porque nos servía como carpeta para salir a venderlo y hacerlo conocido por todos lados. Estuvimos hablando con varios canales, yendo a mercados de negocios, y ahí conocimos este canal que estaba abriendo sus puertas a distintas producciones. Nos dieron su espacio para la primera temporada y también nos produjeron la segunda. Entonces subimos el contenido exclusivo para FWtv.

Hablemos de los merecidos premios a mejor guion y mejor dirección del BAWEBFEST . ¿Qué características tiene el festival? ¿quién otorga el premio?
H: Estamos muy contentos. Lo votó un comité de elección de varios lugares. Es un festival, que es exclusivamente para series web, lo organizan en Buenos Aires, pero es de América, y tenían las categorías “nacional” y “latinoamericano”. Dentro de latinoamericano compartimos con series que admiramos, como Eléctrica, Cualca, Tiempo libre, y Cúmulo Nimbus, que ganó muy merecidamente. Estaba ahí y pensaba: “qué copado sería ganarse un premio”, e inmediatamente después venía el pensamiento de “¿cómo cazo nos vamos a ganar un premio nosotros?”. Cuando llegó el premio, primero el de guión, pensaba “están todos del orto”, y después el otro, a los diez minutos era: “¿qué está pasando?”, y caes al rato. Tiene que ver con un esfuerzo en conjunto, y sobre todo de pararse en los hombros de los chicos de Tangram. Por eso el premio de mejor dirección, sobre todo, es el trabajo en conjunto con Tangram, un equipo que viene trabajando hace un montón de años y sabe qué hacer, no había que decirle nada a nadie. Por eso el premio a mejor dirección le corresponde a todo Tangram. Y el de mejor guion le pertenece a Cristian más que nada, porque fue para mí una clínica intensiva de guion. 

¿Va a haber una tercera temporada?
Matías: estamos negociando la tercera, tenemos un diálogo muy fluido, así que sí…La tercera se viene en el espacio, es lo que se está diciendo…

H: De la tercera se sabe las pavadas que hablamos el último día de rodaje que estábamos todos muy manija, en principio road movie pero lo que sabemos es que Verónica vuelve y sería un cyborg, y van al espacio, Dimitri sigue vivo, porque es una entidad cósmica.

C: Hay cosas sobrenaturales que pasan en la segunda que sutilmente van abriendo la puerta, y faltan los clichés de la ciencia ficción.

H: La segunda temporada termina con referencia directa a Expedientes X, así que se va todo a la mierda. Dimitri manejando una tecnología muy sofisticada. La tercera temporada está llena de misterios…

Entrevista: Javier F. Rodríguez
Fotos y videos: Isabel Estruch