Ezequiel Canavero nos cuenta con palabras y fotos cómo fue que llegó a ver Corea vs. Argelia. Y su apuesta por una selección que ya hizo historia.
Todo empezó con la eliminación de Argentina en Sudáfrica 2010. Daniel Viarengo posteó en facebook una imagen del logo Brasil 2014 con la pregunta “¿Falta mucho?”.
Yo le contesté – ¿Vamos? Y a los diez minutos volví a repetir o preguntar De verdad, Viarengo. Vamos?
Y pasaron cuatro años. Un día Daniel me dijo “me anoté en el sorteo para comprar entradas para ver un partido de Argentina” Como miles de hinchas argentinos, él tampoco tuvo la suerte con los números del azar.
Pero dicen que el azar da revancha. Cada vez que pienso en el azar, me aparece Julio Cortazar. Lo cito.
«Hele Cixous me enseña que azar viene de az-zahr, dado o juego de dados en árabe (siglo XII). El azar es más fuerte que si mismo. No puede impedirse, se propulsa, azar es osar por si mismo y desde sí mismo, sin poder abolirse«
Dejo de lado la cita de Cortázar y me pongo a divagar.
Pienso en el azar. Y pienso en el tiempo. El azar y el tiempo hacen buena pareja.
Ante la puesta en venta de un remanente de entradas mundialistas y la imposibilidad de presenciar un partido del seleccionado argentino surgió otra posibilidad. Sacar entradas para un partido en Porto Alegre. Algunos partidos ya tenían localidades agotadas y otros tenían únicamente las entradas más caras. Pero había un partido que cumplía con todos los deseos: Argelia vs. Corea del Sur.


Claramente no era el duelo de dos grandes potencias futbolísticas. No era un clásico sudamericano o un clásico europeo. Era un partido entre dos continentes.
Y salimos rumbo a Porto Alegre con la intención de alentar a los zorros del Sáhara. Daniel Viarengo, su hijo/mi ahijado Diego Viarengo. No era un viaje de amigos. Era un viaje familiar.

Es difícil describir que pasó en Porto Alegre. Sólo puedo hilvanar sensaciones, sabores, recuerdos, sonidos e imágenes.
No voy a olvidar la pizza de frango y catupiry que comimos la noche de arribo a la ciudad. También probé picanha, una carne muy jugosa. El primer bocado fue un placer inexplicable. La cuenta traída por el mozo costó más que una entrada al estadio.

Porto Alegre respira mundial. Todo es fútbol mundial. Hay decoraciones verde amarelha por todos los rincones. Desde un shopping hasta una farmacia. Desde el casco histórico hasta las afueras de la ciudad. En el centro, un grupo de 200 argelinos bailaban al ritmo de un carro eléctrico que despedía música típica del país africano. Todos bailaban. Argelinos, coreanos, argentinos, brasileños, peruanos, uruguayos y algún colado invitado.
Argelia no ganaba un partido desde España 82. Hacía 32 años que no ganaba un partido en mundiales. Argelia no sólo le ganó a Corea, sino que hizo 4 goles. El empate 1 a 1 frente a Rusia (con nosotros ya en Lanús) lo clasificó a octavos de final.

Seguramente estaré olvidando la mitad de lo vivido en ese largo fin de semana. Pero todo relato oculta más de lo que muestra.